Desde hace tres años obtuvieron la personería jurídica que los convirtió en una ONG. Es el primer museo itinerante que busca enseñar, concientizar y difundir la cultura de los pueblos originarios. Mediante conferencias recorren las escuelas de todos los niveles del conurbano bonaerense.
“Lo que nosotros contamos no esta en los libros de Historia, ya que ellos están hechos por extranjeros y no por los pueblos originarios”, con estas palabras explicó Cintia de Luque el sentido del Museo Participativo Aborigen. “Es la historia contada desde la perspectiva de los aborígenes” con la que recorren a diario las escuelas.
Ella junto a Juan Olarte, director del periódico Sayarina y algunos miembros de pueblos originarios llevan a grandes y pequeños la otra parte de la Cultura nacional, la Cultura aborigen, obligada durante siglos a mantenerse en silencio. A cada charla, concurren: “con herramientas, instrumentos musicales, les cantó canciones de origen tobas o mapuches, vemos fotografías” y también “charlamos e incluso les habló algunas palabras en lenguas originarias.”
Para los más chiquitos la jornada dura una hora. La propuesta consiste en una obra de títeres, en donde un gaucho con su relato recrea un viaje imaginario –ayudados por fotografías- por los modos de vida de los aborígenes de la Argentina. Después se arman talleres de alfarería y arte rupestre con lienzos, en donde los niños hacen sus propias obras y también se les explica la importancia para la cultura.
Con respecto a los adolescentes la charla es más profunda y se extiende entre una hora y media a dos. Además de las actividades de alfarería, telar, se agrega un taller de armonización que busca recrear la importancia de la espiritualidad en la vida de las comunidades. En este sentido, Cintia explicó: “es un viaje espiritual, donde mediante la música aborigen se guía a los jóvenes a un lugar hermoso, donde se encuentran con el animal de poder, que todos tenemos, y que es parte de nuestra personalidad” y agregó: “es una forma de encontrarse con la armonía de la naturaleza”.
“Vas a poder”
Para Cintia de Luque, Directora del Museo Participativo Aborigen, su trabajo: “es su misión en esta tierra”. Es que su labor, parte de un legado familiar de respeto y reivindicación de la cultura aborigen, transmitida de su abuelo a su padre y de su padre a ella.
Su abuelo, un inmigrante español llegado de Málaga, le transmitió a su hijo Sebastian Alberto de Luque la admiración por el folclore. Este joven se dedicó a viajar y realizar un trabajo etnográfico sobre las comunidades originarias, recopilando información sobre sus culturas y además dibujando los instrumentos, que luego él fabricaba. En este sentido, Cintia comentó: “esos son los elementos que nosotros llevamos a las escuelas.”
Con el material obtenido, comenzó a dar conferencias en la zona de Berazategui –hace más de 40 años, según recuerda su hija- hasta que incentivado por directivos e inspectores presentó un proyecto al Ministerio de Educación para presentarse en los colegios. “Él fue el pionero en difundir la cultura indigenista en el conurbano bonaerense.”
A sus 17 años, Cintia, comenzó a acompañarlo a las charlas en los colegios y hoy ya lleva veinte años al frente del sueño de su padre. Si bien: “trabajar sólo es muy difícil”, es la frase de su padre “vas a podés”, la que día a día hace que llegue a las instituciones con una sonrisa.
“Todos somos dueños de estas tierras”
Con cada charla, los integrantes del Museo Participativo del Aborigen piensan: “en concientizar”. Es que las poblaciones originarias no quieren recibir una asistencia pasajera, por el contrario buscan: “la libertad cultural”, en donde se generen espacios para participar en la sociedad, ya que: “siempre estuvieron marginados”.
Un espacio multicultural donde confluya la cultura aborigen y la cultura occidental, con las mismas posibilidades de desarrollarse, difundirse y convivir en esta Argentina. Así se podría recuperar –entre otras simbolizaciones- el respeto aborigen a la naturaleza, ejemplificado en el culto a la Pachamama, que hoy es tan necesario frente a los problemas ambientales. En este sentido, de Luque explicó la situación de Tobas y Wichis en el Chaco: “la tierra es muy difícil de sembrar, ya que está contaminada” y sostuvo:”no pueden trabajar, son muertos vivientes.”
También recuperar para una cultura en común, el respeto a la diversidad y a la ancianidad presente en el mundo aborigen. Sobre la primera idea, un ejemplo, era el respeto a los homosexuales, ya que pensaban que al conjugar en su persona el lado femenino y el masculino: “eran los más aptos para convertirse en brujos”. Con respecto, a los ancianos eran cuidados y su palabra tenida en cuenta, por que los consideraban sabios.
Por I.L
Link
www.museoaborigen.com.ar