sábado, 30 de julio de 2011

Del porque la información es poder.

Es posible que todavía no nos hayamos dado cuenta, pero estamos viviendo una “Revolución en la Información” con consecuencias globales impactantes. Varios puntos son destacables respecto a la información: el aumento de la velocidad en el transmisión, el incremento en el volumen, la ampliación del acceso a la misma, pero sobre todo, la disminución continua del costo (factor que hace posible los anteriores). El crecimiento de Internet y los avances tecnológicos han sido exponenciales desde hace veinte años, y no solo continua, sino que cada vez lo hace con mayor rapidez. Esta “revolución” ha aumentado los canales de contacto entre las sociedades: organismos oficiales, compañías privadas, particulares, ONG´s, organizaciones criminales, etc. tienen acceso a un cúmulo de información que antes solo se soñaba, y sus comunicaciones son casi instantáneas (permitiendo mas fácilmente la acción coordinada). Ahora bien, la espectacularidad de estos cambios ha provocado una superabundancia de fuentes de información que, por efecto rebote, incrementaron el valor de la credibilidad (cualquier persona, en cualquier lugar y con cualquier motivación puede difundir información con total libertad). La reputación ha cobrado mayor relevancia que en el pasado, hoy medios de comunicación, personalidades, índices, empresas, gobiernos, etc. deben cuidar su reputación cotidianamente. Estados autoritarios como China y Egipto comprenden muy bien esta situación, y la muestra esta en las restricciones impuestas en los flujos de información que entran y salen de sus fronteras vía Internet. En el caso de nuestro país, casos como los del INDEC y sus divergencias con los resultados estadísticos de las consultoras privadas socavan nuestra credibilidad. En esta revolución informativa, los países democráticos, como el nuestro, tienen ventaja sobre los autoritarios, y ello tiene efectos bien concretos, por ej. la transparencia informativa es un activo fundamental para captar capitales extranjeros. Si reconocemos a la inflación como un problema actual, y asumimos que la falta de inversión (la demanda crece mas rápido que la capacidad de abastecerla) podría ser una de sus principales causas, deberíamos transparentar las instituciones oficiales y cuidar nuestra credibilidad. Nunca deberíamos olvidar que la información es poder. Las evaluaciones que hacen compañías financieras (como la JP Morgan) u organismos (como el FMI) sobre el riesgo de invertir en un país es un claro ejemplo.